Decidí no hablar de las mismas cosas de siempre, a pesar de que tal ejercicio me obliga a aumentar mis recursos lingüísticos a fin de convencer al vulgo de que se trata de cosas diferentes. No obstante, alguno podrá percibir una tendencia al metalenguaje inclinándose a proyectar indirectamente el objeto, del cual si no tuviera intenciones de hablar, no ejecutaría toda esta declaración.
Por el momento temo hacer un giro brusco y pretendo ingenuamente alejar al lector de los párrafos anteriores con sutileza y seducción hacia otro tema.
Para este menester debería demostrar convicción respecto al tema que he de tratar con posterioridad, e irme adentrando disimuladamente a partir de ahora al mismo, sin que el lector sea consciente de ello y que vaya olvidando todo lo anterior, buscando como animal cegado por sus instintos la resolución de este escrito.
A medida que pasan los segundos me doy cuenta que debo apresurarme, que estoy tardando demasiado en presentar el tema principal. Tanto, que el tema principal ahora comienza a ser otro.
Por lo tanto prefiero desechar este texto y comenzar nuevamente. Hasta aquí la lectura fue inútil.
Gisela Ruiz Díaz
viernes, 11 de julio de 2014
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