miércoles, 25 de junio de 2025

Mi nombre es Legión


Estaba segura de ser,
hasta que el instante me desnudó.
Ayer, cuidaba el jardín de lo ilusorio,
mientras un ente danzaba en mis venas
y otro sembraba visiones en mi mente.

Entre el umbral del sueño y el alba,
vi otra vida,
una fantasía que me mostró sus ojos
mientras la mía pasaba en silencio.

La luz titila —mi faro olvidado—
y me llama:
“Regresa al trono,
recoge los pedazos de ti misma.”

Mi esencia,
una niña que juega a dormirse,
se esconde bajo mantos de sombra
y ríe desde las esquinas del alma.

Un demonio se alzó en mi pecho
orgulloso de su reflejo,
pero otro,
herido por la falta de brillo,
le cortó la garganta sin piedad.

Cada sombra que nace,
asesina a la anterior.
Una danza de muerte que observo
desde el margen invisible de lo que soy.

A veces sé que sólo miro.
Otras veces, creo ser la garra.

Cuando olvido ser el ojo,
la legión me devora,
me roba trozos del alma
y la niña se hace más esquiva.

Pero en su escondite sagrado,
ella juega a despertarme.
Me lanza piedras de luz,
me hiere con símbolos,
me grita con silencio.

Y cuando me ve caer,
ríe.
Porque sabe que con cada golpe
me vuelvo un poco más ella.

 

Gisela Ruiz Díaz